27Dic
Un tesoro del pasado, La torre de San Miguel
Lo que hace aún más excepcional a la Torre de San Miguel es su datación en el año 1146, una fecha sorprendentemente tardía para una construcción de este tipo. Este periodo coincide con la declinación del auge arquitectónico románico, que tuvo su apogeo en el siglo XI y principios del XII. Las reminiscencias catalano-lombardas presentes en la torre son inusuales para estas tierras, añadiendo un toque de singularidad a su arquitectura.
Esta imponente estructura, que ahora se yergue de manera aislada, fue originalmente parte de una iglesia cuyos vestigios han desaparecido con el tiempo. Sin embargo, la Torre de San Miguel se mantiene en pie, revelando una arquitectura exótica que evoca la influencia del arte lombardo, filtrado por las tierras de Aragón. Su estado de conservación y la preservación de detalles arquitectónicos la hacen excepcionalmente interesante.
La torre se eleva en una planta cuadrada, y en su cuerpo inferior, se abre un pasaje enmarcado por arcos de medio punto. Un acceso elevado en el muro oriental conecta con el cuerpo superior, mientras que en la cara norte se destaca una imposta. Este cuerpo superior exhibe una distribución simétrica de vanos en cada cara: arcos de medio punto en el nivel inferior y ventanas geminadas, acompañadas de columnas con capiteles vegetales, en el nivel superior. La cubierta, coronada por un alero con canecillos, se distingue por su forma piramidal.
En conjunto, la Torre de San Miguel en Yanguas se erige como un testimonio fascinante de la rica historia arquitectónica de la región, fusionando influencias artísticas de diferentes épocas y regiones en una estructura única que sigue cautivando a quienes la visitan.